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Libertad y orden - El lema de Colombia y su significado histórico
Escrito por: Alejandro Londoño Cárdenas.
Ingeniero de sistemas, con MBA, énfasis en alta dirección.
Cursando estudios de Doctorado en Business Administración.
Representante de SAVIESA S.A.S, Consultoría Empresarial de Alto Nivel.
¿Qué significa el lema de libertad y orden que aparece en el escudo nacional de la patria? ¿Qué relación tiene con la época histórica en el que fue adoptado? En este artículo intentaré responder a estas preguntas, y veremos cómo el lema implica una identidad y un reto para la sociedad, y termina reflexionado sobre la responsabilidad que todos como colombianos deberíamos asumir para preservar este legado en nuestro contexto actual.
Uno de los factores que influyó en la adopción del lema libertad y orden fue la revolución francesa, que tuvo gran impacto en el surgimiento de las repúblicas americanas, gracias a la propagación de ideas como la libertad, la igualdad y la fraternidad, y que inspiró a los pueblos criollos a luchar contra el dominio colonial y a proclamar constituciones basadas en los Derechos Humanos.
La revolución francesa no fue un hecho aislado, sino que se enmarcó en épocas de grandes cambios sociales e intelectuales que se dieron en Europa y América, como: el Renacimiento, la Reforma Protestante, la Ilustración y el Desarrollo Científico y Técnico, entre otros; imponiéndose el uso de la razón y la ciencia sobre el dogmatismo, trayendo progreso y mejorando la sociedad y la condición humana. Obviamente, se fue acabando el absolutismo monárquico, el feudalismo, los privilegios de una nobleza y del clero.
La historia nos muestra, cómo la libertad y el orden han sido factores determinantes para el progreso de las sociedades. La pobreza extrema, definida como vivir con menos de 1,90 dólares al día, ha disminuido del 90% de la población mundial en 1820 al 10% en 20161. La educación básica y la alfabetización han aumentado significativamente en todo el mundo, especialmente entre las niñas y las mujeres. En 1820, solo el 12% de la población mundial sabía leer y escribir, mientras que en el 2016 el porcentaje era del 86%2.
La libertad es uno de los valores fundamentales del lema nacional, y se puede entender y manifestar de diferentes maneras: la libertad de pensamiento, de expresión, de creencias, de asociación, de desarrollo económico, etc. Es una condición que le ha permitido al ser humano desarrollarse y alcanzar su máximo potencial, porque un ser libre decide qué es lo mejor para él y, por ende, puede optar a través de su vida por elegir qué hacer y qué no hacer (su desarrollo personal). Un ser libre se opone a la opresión, la coacción y la servidumbre. Un esclavo no tiene elección, solo cumple órdenes: usualmente hace lo que más le conviene a su amo.
La libertad no solo es un derecho fundamental, sino también un valor supremo, ya que muchos hombres la han defendido incluso con su vida. Si miramos hacia atrás, todo parece indicar que han sido más los períodos de la historia donde los seres humanos han sido esclavos que aquellos donde han sido libres.
La libertad no es un don que se recibe una vez y para siempre, sino que es un bien que se debe cuidar y proteger constantemente, ya que el hombre querrá someter al hombre (“dos seres autoconscientes que se encuentren entrarán siempre en una lucha a muerte por el dominio y el reconocimiento del otro”. G.W.F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, 1807).
La libertad no implica hacer lo que se quiera sin tener en cuenta las consecuencias, sino actuar de forma racional y responsable. Por eso, el individuo libre como ser racional y social, ha buscado un orden que lo ponga en igualdad con otros (no hagas al prójimo lo que no te gusta que te hagan), y entendiendo que la libertad en toda sociedad debe tener sus límites, ¿cuáles? Los límites que establecen que se puede actuar sin más restricciones que el respeto a la libertad ajena.
Este orden que busca el individuo libre se basa en la aceptación implícita de un contrato social (la soberanía popular de la que habló Rousseau), en primera instancia, que nos obliga y nos rige a todos, y que crea un orden general para no terminar en caos.
Este contrato social se materializa en la Constitución y las leyes, que actualmente rigen las verdaderas democracias y son la garantía de que prime un “orden público”. Todo ser pensante debería preferir el orden al desorden por su propia supervivencia.
El orden social no debe ser una excusa para coartar la libertad individual, sino un medio para garantizarla y promoverla. Por eso, debe existir un justo equilibrio entre el poder otorgado a un estado para que regule las relaciones entre particulares y el poder que debe mantener el pueblo para actuar en libertad.
Las leyes no solo deben regular las relaciones sociales, sino también proteger a los ciudadanos de sus gobernantes, y solo se justifica y es válida la oposición a las mismas cuando resultan injustas o contrarias a la voluntad popular ¡La soberanía de un pueblo se mide por su capacidad de expresarse libremente!
Pero el orden no solo es necesario a nivel social, sino también a nivel individual. Aún sin un contrato social todo individuo necesita de orden, lo que representa que debe establecerse unos límites para mantener su propia libertad, sino es muy fácil caer en excesos (sabemos que los excesos terminan en vicios, y los vicios igualmente esclavizan al hombre, lo dañan, lo corrompen y son la causa de su sufrimiento).
Si un individuo se impone límites, será equilibrado, moderado y se mejora día a día; estará en mayor armonía con su entorno, y seguramente, estará más en contacto con una felicidad duradera (sin orden, todo es efímero, superficial y de corto plazo). De esta manera, el orden implica una libertad que lo oriente y lo modere.
De la libertad emana el valor de la responsabilidad, lo que implica que, si eres libre de tomar tus decisiones, también deberías ser la persona que responde por ellas. Debes tener en cuenta que no solo respondes ante ti mismo sino ante toda una sociedad, por lo tanto, la responsabilidad implica una libertad que la asuma y un orden que la regule.
Esto quiere decir que, todo individuo debe ser el objeto de responsabilidad en primera instancia y que, por el nivel de interdependencia, la sociedad, en segunda instancia, actuará o se verá afectada directa o indirectamente por las acciones de sus individuos. Por eso, nuestra sociedad civilizada no puede tolerar la irresponsabilidad de sus miembros.
La responsabilidad se manifiesta en diferentes ámbitos de la vida social, un padre no puede evadir sus responsabilidades para con sus hijos, al igual que un empleador con sus trabajadores, una de las partes no puede violar un acuerdo o contrato justo entre individuos, un servidor público está para servir y no para hacer lo que le venga en gana, por citar algunos ejemplos. De esta manera, la responsabilidad implica un compromiso con los demás.
La responsabilidad también tiene consecuencias para la sociedad en su conjunto. Con la suma de acciones responsables, cualquier sociedad supera sus dificultades, crece y se desarrolla, pero con la suma de acciones irresponsables, con seguridad la llevarán al desorden, a la anarquía y a su destrucción. Así, la responsabilidad implica una contribución al bien común.
Igualmente, la responsabilidad supone un límite a la intervención de la sociedad sobre los individuos. Solo cuando el individuo es incapaz de actuar por su propia cuenta, el estado como segunda opción y según el orden establecido, entra a regir a ese ser humano y a determinarle sus obligaciones. Si es menor de edad, el camino será la educación, su cuidado y la disciplina, y si es mayor de edad, dependiendo de sus acciones, el camino a seguir será el dictado por la justicia. Por lo tanto, la responsabilidad implica una autonomía personal.
Por último, la responsabilidad también depende de la educación que recibe el individuo, esta debería dotarlo de la sabiduría necesaria para distinguir lo que es bueno y lo que es malo, para que, en uso de sus facultades y su libertad, se aparte voluntariamente de los excesos y actúe siempre de manera responsable, procurando respetar el orden público establecido.
En conclusión, la responsabilidad implica una libertad que se oriente por el bien y un orden que se respeta por convicción. Por eso, es hora de preguntarnos ¿Qué tipo de libertad y orden queremos para nuestra sociedad? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo?
1Pobreza: Panorama general - World Bank. https://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/overview
2Analfabetismo una condena a la pobreza y la exclusión - ONG Manos Unidas. https://www.manosunidas.org/noticia/analfabetismo